viernes, 18 de enero de 2008

Terrones

Lo único que tenía este día de diferente era mi visita al banco para pagar la última cuota de mis 5 años en la universidad. Mi madre muy linda ella se ofreció a acompañarme, yo creo para cerciorarse de que no me tirara la plata. Al salir mi sarcástico hermano me hizo notar que no me había lavado la cara, me dio igual y le dije que no me interesaba y que igual me veía bien (algo que no es tan cierto).

El bus estaba semi lleno y como no habían asientos para las dos juntas nos sentamos una tras de otra. Al siguiente paradero subió el, mi mente lo reconoció pero mis ojos solo se enfocaron en esa nariz griega que me llevó a pensar en el acto en algún lindo y excitante gay. Me miró muy seguro y lo miré con el descaro con que suelo mirar a cualquier tipo atractivo. Antes de sentarse en la otra fila del bus me dijo “Hoooola, a los años ¿Cómo has estado?”. Se sentó lo miré con muchas mas ganas y me acordé de el y me arrepentí de no haberme lavado la cara, damn shit!!

No lo veía hace más de 13 años, en realidad en ese momento solo me acordé de su dulce apellido (Terrones), de su gracioso corte hongo que después se puso de moda gracias a unos venecos, de sus piernas notoriamente arqueadas y presas de las mas crueles burlas, y que una vez me dijo que me quería.

En esos 15 minutos adoré el transporte público, me contó que vivía en Huacho (también tengo una muy buena historia que contar sobre Huacho) que estudiaba Ingeniería Alimentaria, que en Lima había sido barman, que su mamá estaba en Argentina, que su hermanito vivía en la Selva, etc, etc.. Y mientras el me iba contando en 15 minutos la historia de esos 13 años sin vernos, yo, me iba acordando del tiempo en que fuimos amigos, de nuestras inocentes miradas, de mis ganas de aplastar a cada niño que se burlaba de el, y de la última vez que me habló sólo para decirme que me quería. Me acordé de muchas cosas, pero no de su nombre.

El trayecto se fue volando y llegué donde no quería llegar, así que bajé del carro y me despedí de el, mi madre mas atrevida que yo, le dijo que estaba muy guapo, y pues el, súper galante, le dijo que ella se veía tan atractiva como siempre. No intercambiamos correos, no intercambiamos números de celular, sólo intercambiamos recuerdos.

Desde ese día le voy preguntando su nombre a todos mis amigos de la promoción que llegaron a estudiar con el. Algunos no se acuerdan ni de quien les hablo, otros si lo recuerdan, pero igual que yo no se acuerdan de su nombre, y mi adorada amiga a pesar de no acordarse de su nombre, si se acuerda que le tenía ganas desde esas épocas.


Hace unos días, cuando regresaba de sacar la partida de mi abuelo, lo volví a ver, curiosamente en un bus, curiosamente solo faltaban 15 minutos para llegar a nuestros destinos, curiosamente solo volvimos a intercambiar recuerdos. Pero ese mismo día después de tan grato encuentro con el chico sin nombre le di las gracias en silencio por haber sido mi primer amor y por ser hasta ahora el niño que fue hace 13 años, claro está que sin ese espantoso corte hongo, ni piernas arqueadas, pero con la misma inocencia en su mirada, la misma forma de hacerme temblar con su mirada llena de hermosas y largas pestañas.

Gracias mi querido Terrones, espero encontrarte otra vez en algún corto trayecto de bus y que me sigas haciendo recordar de los pescaditos que comprabas para mí a la salida del colegio.